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Retrospectiva Museo de Arte Contemporaneo de Bogota

 

Como de costumbre una exposición de Lucas Posada G. sorprende por su abundancia, por su fuerza y por su inconformismo.  Cuando el artista se consagra a trabajar lo hace aparentemente sin mayores dificultades, como si todo le fluyera sin esfuerzos.  Las imágenes que plasma son vehementes, casi rudas, y en ellas es evidente que el pintor no oculta su incomodidad ante las cosas que pasan, su afán de manifestar alteración, su deseo de expresar que estamos atragantados, que no tenemos palabras, que nos falla la comunicación.
Lucas pertenece a esa importante tradición que se remonta a fines del siglo XIX, pero que obviamente tiene ilustres antecedentes, que utiliza las formas -el dibujo, los colores, los empastes- para transmitir ideas, sentimientos y emociones que no se pueden decir con palabras, porque éstas siempre resultan insuficientes.  Una tradición que comienza con Van Gogh, Munch y Schiele y llega hasta numerosos desasosegados de hoy, incluyendo muchos que ya no pintan, si no que trabajan más allá de las artes tradicionales.
De esta enorme muestra no solo se pueden apreciar los trabajos más recientes de Lucas, entre los que llaman la atención las esculturas pintadas o más exactamente los acrílicos realizados sobre soportes de cerámica, que llevan a las tres dimensiones las representaciones torturadas y coloridas, sino que también se pueden repasar numerosas pinturas de exposiciones anteriores.  Todo el conjunto resulta coherente.  Aunque son muchos los temas y los personajes, aunque son varios los tratamientos de las pinceladas, los cuadros acusan un estilo que hace rato es personal; un estilo fuerte y muy expresivo.
En las últimas semanas hemos tenido en Bogotá algunas exhibiciones que reflejan de diversas maneras la realidad perturbada de Colombia.  Hemos podido ver trabajos abstractos empobrecidos y desvencijados; obras en las que las referencias al naufragio son cada vez más catastróficas y cuadros en los que aparecen selvas cargadas de asechanzas.  Los acrílicos de Lucas Posada G. presentan ahora a los torturados y aullantes personajes que faltaban por el momento, pero que sin duda son hermanos de tantos que hemos visto en años recientes.

Germán Rubiano Caballero
Bogotá, Julio 2001

 

 

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